Encontré al Tortugo en el estudio. Lucía decididamente preocupado, no la desenfadada persona usual.
“¿Qué pasa?” dije... Pero, incluso mientras hablaba, noté la hoja de papel celeste sobre el escritorio al lado de un sobre abierto. “¡Oh, no! ¿Otra de esas notas anónimas, no?”
“Me temo que sí,” dijo el Tortugo sin levantar la mirada, “Sólo que ésta no es anónima.” Me pasó la hoja de papel suspirando.
“¿Quién es Módulo Ocho?” Pregunté.
El Tortugo me miró cansado, “Un pulpo... Un viejo conocido mío. Él y dos amigos inseparables formaron un grupo de resolución de figuras unos años atrás... Pero, no tienen fineza... no tienen respeto por la verdadera percepción.”
Le sonreí, y luego volví a mirar la nota:
“¿Cuándo empezamos?” Pregunté. No esperé una respuesta; al Tortugo le gusta estar primero en el negocio de resolución de figuras.